Joseph dormía mientras las estaciones pasaban sin apuro una a una, No sabia que su destino se aproximaba, el final de tanto recorrido llegaría a su fin, estaba
Rumbo a un gran cambio uno de esos que te despiertan sin darte tiempo a ver el amanecer. El viento soplaba fuerte y hacia que sus pelos tapen sus ojos, lentamente iba recordando el motivo de su alejamiento, de este larguísimo viaje que había emprendido, su dolor era muy fuerte Amelie había desaparecido dejándolo solo, nadie sabia de ella desde aquella tarde de otoño había partido llevándose todas sus pertenencias y junto a ellas el alma de Joseph, lo había dejado lleno de incertidumbre y recuerdos de los momentos juntos. Las gotas que caían por la ventanilla era idénticas a las de aquella tarde en el parque donde la vio por ultima vez; el no tenia bien en claro el motivo de su viaje, sabia que debería buscarla, pero a medida que pasaba el tiempo y las estaciones el iba teniendo menos animo, la sentía cada vez mas lejos y no tenia fuerzas para luchar.
Poco a poco el tren iba disminuyendo la velocidad, Joseph recién despertaba; se arreglo el traje y tomo sus valijas dirigiéndose hacia la puerta, ya era de noche y la estación estaba desierta.
Mientras caminaba hacia algún hotel, Amelie muy lejos de aquel lugar estaba durmiendo sintiéndose absolutamente en el borde de un abismo. En el ultimo hotel de paraíso, encontró una habitación muy cómoda, había una cama grande ,un acolchado suave y verde , y en el medio una gran ventana con sus cortinas también verdes que le dejaban observar todo el pueblo , desde aquel lugar podía ver las mesitas del bar de la esquina junto a ellas una pareja que tomaba y fumaba en la numero 10.A pesar de haber dormido todo el viaje iba despegándose cada vez mas del ruido de los autos, y caía profundamente en un sueño , que poco a poco se iba encontrando atrapado.
Caminaba por calles que nunca había visto, miraba afiches, coches, grafittis , todo era desconocido para el , pero algo le decía que tenia que entrar a ese bar. Estaba descalzo
y hacia mucho frío podía sentir como se le helaban los pies ,Joseph no sabia a donde se dirigía pero sus piernas andaban con mucha precisión iba en dirección directa a la mesa diez , veía todo nublado , pero podía distinguir los aromas.. Café, menta, rosas; era Amelie con su vestido floreado y un café entre medio de sus débiles manos. Ella lloraba, le explicaba que no podían estar juntos ella no podía vivir a su lado sabiendo que lo haría fracasar siempre, el podía ayudar a mucha gente con sus visiones nocturnas pero estando ella a su lado simplemente lo cegaba. Joseph no podía permitirlo, era imposible vivir sin ella, la miraba trataba de llamarla pero su voz no salía, la imagen se iba apagando intentaba tomarla de la mano por fin otra vez podía sentir el suave olor
a miel de su pelo .De repente una bocina fuerte sonó... volvió el verde y junto a el la pareja de la mesa diez que ya tenia el cenicero lleno.
Luego de cinco noches iguales Joseph se puso el traje y cruzo rápidamente al bar de la esquina, tenia el presentimiento de que esta vez Amelie aparecería, hacia dos días había sentido su presencia en un bello parque. Así estaba, una noche más sentado en la mesa de siempre, esperaba a que ella apareciera mientras que el coñac no hacia efecto, hacia mucho frío, de repente alguien se acercaba. Era ella, la chica del vestido floreado del parque; se sentó en su mesa ambos se miraron como si se conocieran de toda la vida, El no podía distinguir los aromas hasta que por fin hablo, sus oídos no podían creerlo, no era Amelie... se llamaba Marla.
El alcohol ya había bloqueado todo pensamiento, ambos reían sin parar, su sonrisa
Era única, ella era guitarrista, venia de París. Su acento lo atrapaba poco a poco.
Marla iba borrando todos esos dolores, muy despacio su alma volvía
Era uno de los últimos soles de otoño cuando ambos despertaron, el aroma a pasto
Y flores junto al calor del sol hacia que suavemente se vayan dando cuenta que seguían
Uno al lado del otro. Esa mañana Joseph se estaba dando cuenta que la dulce voz
De Marla, su perfume a vainilla, su risa y sus suaves caricias le había arrancado el dolor de su cuerpo, su alma estaba de vuelta, era completamente feliz
El tren había arrancado, era una noche estrellada Joseph miraba por la ventanilla le encantaban las constelaciones... el regresaba a su pueblo nuevamente, por fin estaba aceptando que podía vivir sin Amelie cuando de repente un breve suspiro lo trajo de nuevo al tren, era Marla que dormida se había apoyado en su hombro.
Marla ya no viajaría mas buscando algo que la complete. Se quedaría junto a el para siempre.
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